La pandemia del coronavirus dejará millones de damnificados en todo el mundo. La ONG Oxfam Intermón ha advertido que la crisis podría sumir en la pobreza a 500 millones más de personas si no se toman medidas para rescatar a los países en vías de desarrollo, y el FMI prevé que 170 países entren en recesión este año, el peor impacto económico desde la Gran Depresión.
Pero en cualquier crisis hay quien encuentra la gran oportunidad de su vida para hacerse (más) rico y famoso. Cuando se supere la actual emergencia sanitaria global, Eris S. Yuan ocupará uno de los puestos más altos de esta macabra lista. Este emprendedor chino de 50 años es el fundador de Zoom, una aplicación para realizar videollamadas online que en los últimos dos meses ha experimentado un crecimiento nunca visto en la historia de Internet.
Cifras abrumadoras
Un crecimiento inédito en la historia de internet
Las cifras son abrumadoras. Zoom ha pasado de tener 10 millones de usuarios activos a finales de 2019 a superar con creces los 200 millones a finales de marzo. Para hacerse una idea de lo que eso significa baste con indicar que Instagram tardó tres años en alcanzar ese número de fieles; y aun en pleno auge, invirtió todo un año en pasar de 100 a 200 millones de usuarios.
La app de Zoom es la más descargada para iPhone desde hace semanas y su aumento de tráfico diario el mes pasado fue del 535%. La usan los líderes mundiales para constituir gabinetes de crisis; los colegios para llevar a cabo clases online; las empresas para organizar las jornadas de teletrabajo; las familias y los grupos de amigos para estar en contacto durante el confinamiento; los sacerdotes para oficiar misa; los clubes privados para dar fiestas exclusivas en la nube; y hasta hay novios que han celebrado de manera virtual su boda arruinada por la cuarentena.
Este desarrollo excepcional ha convertido a Yuan en multimillonario. La compañía que fundó y de la que posee el 22% de las acciones debutó en el Nasdaq en abril del año pasado con un precio de 36 dólares por acción y una valoración de 9.200 millones de dólares. Antes de la expansión del coronavirus costaban 70 dólares. El pasado 23 de marzo cada acción valía 159,5 dólares, lo que suponía una capitalización de más de 44.000 millones de dólares. Forbes ha publicado esta semana su lista anual de las personas más ricas del mundo. Yuan ha entrado por primera vez, con una fortuna estimada de 5.500 millones de dólares.
Perseverante y soñador
Le denegaron hasta ocho veces el visado para emigrar a Silicon Valley
Es un hito asombroso e inesperado para este hijo de una pareja de ingenieros de minas nacido en la provincia de Shandong, a medio camino entre Pekín y Shangai. Él cuenta que la idea primigenia de Zoom se le ocurrió en sus tiempos de estudiante en la Universidad de Ciencia y Tecnología de su región, cuando tenía que recorrer un trayecto de diez horas en tren para ver a su novia. Se casó con ella a los 22 años.
Ya en esa época tenía muy claro su objetivo en la vida: emular a Bill Gates, figura por la que sentía una gran fascinación, y emigrar a Silicon Valley. Eran principios de los 90. China aún no había despegado y el imperio tecnológico del valle de San Francisco estaba en plena efervescencia. Vivir el sueño americano no le resultó fácil. Hasta ocho veces le denegaron el visado para entrar en Estados Unidos. Lo logró en la novena tentativa.
Completó su formación en Matemáticas aplicadas e Informática hasta que en 1997 empezó a trabajar en WebEx, una compañía que desarrollaba aplicaciones para realizar videoconferencias. Estuvo diez años como ingeniero programador, “picando código”, hasta que en 2007 la compañía fue adquirida por el gigante Cisco. Ese mismo año ocurrió algo que lo cambió todo: Steve Jobs presentó el primer iPhone. Yuan vio el momento de llevar a cabo el sueño que tuvo como estudiante: un servicio de videochat ligero e intuitivo que las empresas pudiesen usar para organizar reuniones virtuales.
Los directivos de Cisco no le compraron la idea. Ellos usaban su propio servicio (WebEx) o Skype, y no parecía haber hueco para más herramientas. Se equivocaban. Ambas aplicaciones venían de un mundo sin smartphones. Yuan pensaba que no eran lo suficientemente flexibles. En 2011 fundó Zoom Video Communications con la ayuda de unos pocos inversores que confiaban más en él que en su idea.
El secreto del éxito
Fácil de usar, ligero y gratis en su versión básica
El secreto del éxito de Zoom es que es fácil de usar, rápido de entender y gratis en su versión más básica. Permite hacer reuniones virtuales con hasta 100 participantes durante máximo 40 minutos sin coste alguno. Pero su explosión global en las últimas semanas ha revelado también cuál es su talón de Aquiles: no es fiable en cuestiones de privacidad y seguridad.
Nefastas experiencias de usuarios y análisis de expertos en ciberseguridad han destapado todo tipo de grietas en la aplicación. Primero se supo que hackers descubrían fácilmente el código de acceso a reuniones abiertas y se infiltraban en ellas, secuestrando las funciones de uso compartido de la pantalla y mostrando todo tipo de ofensas, desde proclamas racistas hasta contenidos pornográficos.
Poco después la publicación The Intercept denunció que el sistema de comunicación en la plataforma no es el cifrado de extremo a extremo, tal como presumía la compañía. Este diseño, que sí tienen aplicaciones de mensajería como Whatsapp o Signal, asegura que sólo los usuarios que se comunican entre sí pueden leer los mensajes y que la información no queda expuesta en ninguna parte del proceso, ni siquiera para los proveedores de la tecnología o las agencias gubernamentales.
En los días siguientes se evidenciaron otros gravísimos fallos de seguridad y prácticas presuntamente deshonestas de la empresa: se filtraron emails y fotos de los usuarios, se vendían datos a Facebook para fines publicitarios y se ejecutaban trucos propios del malware como automatizar la instalación de la app en ordenadores Mac sin pedir los correspondientes permisos al usuario. Las críticas también han provocado que se eliminase la función que permitía revisar si los asistentes a las llamadas estaban prestando atención a la pantalla.
Seguridad y privacidad
Monumental crisis de reputación
A resultas de todo ello, Zoom se enfrenta estos días a una crisis de reputación monumental, casi tanto como el boom que ha protagonizado. Y las consecuencias no se han hecho esperar. Desde finales de marzo ha perdido un tercio de su valor bursátil. Muchos clientes de alto perfil –la empresa SpaceX de Elon Musk y la inmensa red de escuelas públicas de Nueva York, entre otras- han anunciado que dejarán de usar el servicio hasta que no se resuelvan los problemas detectados. E incluso se enfrenta a demandas de sus propios accionistas por exagerar sus estándares de seguridad.
Pero Eric Yuan ha reaccionado rápido. La semana pasada entonó el mea culpa en un comunicado publicado en el blog oficial de Zoom: “No cumplimos con las expectativas de privacidad y seguridad de la comunidad, ni las nuestras. Lo siento mucho”, escribió. “Zoom no fue diseñada para que de pronto todo el mundo la usase para socializar, dar clases o trabajar desde casa”, se justificaba.
En el mismo mensaje anunció un impasse de 90 días en el desarrollo de nuevas funcionalidades con el fin de enfocar todos sus recursos en solucionar “los principales problemas de confianza, seguridad y privacidad”. Yuan también realizó el pasado fin de semana una gira de disculpas por varios medios de comunicación en la que aseguró que restauraría la reputación de la compañía.
Rápida reacción
Plan de trasparencia y fichajes estratégicos
En siete días ya ha ejecutado dos medidas de impacto: por un lado, la constitución de un Consejo Asesor que cuenta con algunos de los principales líderes de seguridad de todas las industrias y que se encargará de realizar una auditoría de seguridad y preparar un informe de transparencia; por otro, ha fichado como asesor externo a Alex Stamos, exdirector de seguridad de Facebook, una de los muchas voces reputadas que criticó duramente los agujeros de seguridad detectados en Zoom.
Yuan le llamó personalmente: “Me hizo preguntas detalladas y reflexivas sobre mis experiencias trabajando en empresas que enfrentan crisis extremas, y me impresionó su disposición a tomar medidas agresivas para hacer de Zoom una compañía fiable”, ha escrito Stamos en su página de Medium.
El único consejo que Yuan recibió de su padre antes de salir de China fue: “Trabaja duro, sé humilde”. En los primeros pasos de Zoom, allá por 2013, enviaba personalmente un correo electrónico a cada usuario que se daba de baja. Uno de ellos le respondió acusándole de tener un bot que se hacía pasar por el CEO de la compañía. Para demostrarle que era él Yuan le retó a realizar una videollamada.
La anécdota refleja que Eric S. Yuan sigue dispuesto a “bajar al barro” para defender su honestidad como empresario. El desafío al que se enfrenta para recuperar la confianza de la industria es mayúsculo, pero si algo ha demostrado durante su vida Eric S. Yuan es perseverancia. Y ahora tiene otro punto a su favor: se ha convertido en uno de los hombres más ricos del mundo.