Las próximas dos décadas prometen una revolución a gran escala en nuestras vidas laborales. Antes de estudiar los próximos 20 años, echemos un vistazo rápido al presente, y a algo que alguna vez se consideró paradójico.
Ya estamos viviendo en una época de muchos robots, y muchos empleos.
A medida que la cantidad de robots en el trabajo ha alcanzado niveles récord, vale la pena señalar que, según un informe del mes pasado, en 2018 el nivel de desempleo mundial cayó a 5,2 %, el nivel más bajo en 38 años.
En otras palabras, la alta tecnología y el alto empleo no tienen que ser mutuamente excluyentes. Estamos viviendo la prueba de eso hoy.
Dada esta sincronicidad entre el empleo y la tecnología, creo que tenemos razones para esperar que los empleos sean más accesibles, más flexibles y más liberadores en las próximas dos décadas.
He aquí cinco cambios importantes que anticipo, como lo señalé anteriormente para el Foro Económico Mundial:
El debate más constructivo no es si habrá o no cambios, sino qué debemos hacer para garantizar los mejores y más inclusivos resultados.
Estas son algunas recomendaciones que podrían ayudar a guiarnos hacia un futuro de trabajo positivo:
Solución n.° 1: Repensar la educación
El rápido cambio tecnológico significa que las personas que operan máquinas en continua evolución deben aprender nuevas habilidades rápidamente. Nuestro sistema educativo actual se adapta a los cambios muy lentamente y funciona de manera muy ineficaz para este nuevo mundo.
Debemos construir un sistema educativo para el aprendizaje permanente, y una cultura que lo promueva. La reconexión del sistema debe comenzar con el jardín de infantes, que debe ser gratuito y obligatorio, mientras que la educación debe seguir siendo igualmente accesible durante toda la vida laboral de una persona.
Las habilidades, no el historial universitario, serán lo importante para la futura fuerza laboral, así que si bien debemos asegurarnos de que la universidad sea asequible, también debemos asegurarnos de que la educación superior valga la pena, o revisarla por completo y aprovechar enfoques más progresivos para la capacitación de habilidades. Los programas de formación profesional centrados en las habilidades, así como otras formas de aumentar el nivel de habilidades (como las pasantías), deben ser ampliamente accesibles y asequibles.
Además, nuestro sistema educativo debe dotar a las personas de habilidades en las que las máquinas no son buenas (todavía). Esto significa metahabilidades como el espíritu empresarial, el trabajo en equipo, la curiosidad y la adaptabilidad.
A medida que el Gobierno se adapta en todos los niveles a una fuerza laboral cambiante, las empresas también deben asumir parte de la carga. Y, al igual que el Gobierno, es necesario que las empresas inviertan tanto en la fuerza laboral que tienen hoy como en la que necesitarán mañana. Eso significa que deben emplear más recursos en la capacitación de nuevos trabajadores para las vacantes laborales e invertir más en la capacitación de sus empleados actuales. Las políticas fiscales pueden alentar a las empresas a adoptar estas medidas. Por ejemplo, los Gobiernos pueden imponer impuestos a las empresas cuyos extrabajadores terminen en situación de desempleo o acepten un empleo con un sueldo inferior, que son signos de que han invertido poco en sus fuerzas laborales. Estos tipos de políticas deben conducir a resultados positivos en toda la fuerza laboral: los trabajadores se adaptan a los empleos disponibles, las empresas tienen el talento que necesitan para lograr sus objetivos y el Gobierno ve un aumento en la base impositiva por un crecimiento más estable de la fuerza laboral.
Solución n.° 2: Cambiar las protecciones laborales de una red de seguridad a un trampolín
Nuestros sistemas de impuestos, asistencia médica, seguro de desempleo y jubilación se crearon para la era industrial, y no beneficiarán a nadie en el futuro si no podemos hacer reformas importantes.
Durante décadas, ese sistema estuvo en consonancia con la forma en que se empleaba a la mayoría de los trabajadores. Sin embargo, según un nuevo informe del Foro, como eso ha cambiado —y de hecho está pasando frente a nosotros rápidamente— todas las partes deben “estudiar la desvinculación de los beneficios y las protecciones de empleos a tiempo completo y distribuirlos de manera más equitativa entre la fuerza laboral productiva”.
La innovación y los avances tecnológicos en la prestación de tales beneficios también pueden ayudar con este cambio. Para ser eficaz, la red de seguridad del futuro debe utilizar la tecnología para ofrecer beneficios. Edtech, por ejemplo, ofrece maneras poco costosas de brindar capacitación en habilidades. También debe ser diseñada por sus partes interesadas, no solo los ciudadanos que reciben capacitación, sino también las empresas, los sindicatos y otros grupos que dependen de esa recapacitación y mejora de las habilidades para garantizar que puedan cumplir sus objetivos con los trabajadores en desarrollo.
Ya se están probando miles de ideas políticas para cambiar la entrega de beneficios, como “flexicurity”, el modelo de Dinamarca, que ofrece beneficios gubernamentales como la protección por desempleo y la capacitación en habilidades fuertemente subsidiada. También vale la pena continuar estudiando otros —como la “portabilidad de los beneficios” y una renta básica universal, o RBU— por su utilidad. Además, debemos desafiarnos a nosotros mismos para continuar impulsando la innovación en esta área, y trabajar con los Gobiernos a fin de crear entornos de prueba y estudiar estas ideas, respetando las necesidades de la fuerza laboral de hoy y de mañana.
Solución n.° 3: Ofrecer a las personas más libertad y flexibilidad
Mediante la acción conjunta, el Gobierno y las empresas pueden facilitar la vida de las personas al crear más inclusión. Pueden comenzar a hacerlo al aceptar el trabajo remoto, el horario flexible y el poder de la plataforma.
Con frecuencia, trabajar en una oficina no es posible ni práctico para los padres primerizos, los padres solteros, quienes viven con una discapacidad o muchos otros en nuestra sociedad, pero si tienen la opción de trabajar desde casa o fijar sus propios horarios, muchos podrían generar un ingreso. Y muchas personas ya lo hacen.
Según el Foro Económico Mundial, “en la actualidad, aproximadamente entre el 20 y el 30% de la población en edad activa en los Estados Unidos y la UE-15 realizan trabajo independiente, y las cifras son aún mayores en la mayoría de los mercados emergentes”.
Las plataformas, como mi empresa, Upwork, están ayudando a fomentar esta tendencia, mediante la creación de formas mejores y más rápidas de conectar a los compradores y vendedores. Y para millones de personas de todo el mundo, a través de nuestro sitio y una gran cantidad de otros sitios, esto ya está proporcionando nuevas oportunidades para obtener los ingresos y la flexibilidad para vivir la vida que desean. Así que el mensaje de hoy al Gobierno es: “Lo primero es no perjudicar”. Pero lo más importante, mirar hacia adelante, alentar políticas gubernamentales que no desalienten el trabajo independiente, incluido el trabajo autónomo, puede permitir que trabajen más personas que de otra manera no podrían hacerlo. De hecho, la consultora internacional McKinsey estima que “para el año 2025 podrían sumar 2,7 billones de dólares al PBI mundial, y comenzar a mejorar muchos de los problemas recurrentes en los mercados laborales mundiales”.
El fomento del trabajo a distancia y el horario flexible podría favorecer la participación de las mujeres en la fuerza laboral y, según algunos economistas, reducir la desigualdad de género.
Una importante empresa ofrece una valiosa demostración conceptual. A mediados de los 90, Ernst and Young (EY) comenzó a fomentar enérgicamente sus “esfuerzos de flexibilidad” luego de que la consultora se diera cuenta de que las empleadas de EY dejaban la empresa a un ritmo más rápido (10 a 15 puntos porcentuales más) que sus colegas masculinos.
Veintisiete años después, según un informe, “con trabajo formal flexible, horarios reducidos y a tiempo parcial y flexibilidad diaria informal, junto con otros esfuerzos, EY retiene a hombres y mujeres al mismo ritmo. Además, han alcanzado su objetivo original de promover la participación de las mujeres, quienes cada año representan alrededor del 30% de la nueva clase asociada”.
Las comunidades locales también pueden facilitar el trabajo independiente mediante la creación de más espacios de trabajo virtuales y herramientas para llevar a cabo el trabajo. Esto ayudaría a ofrecer mayores oportunidades en nuevas comunidades a medida que los lugares de trabajo descentralizados se arraigan, incluso a pequeña escala.
Las últimas tres revoluciones industriales han permitido niveles crecientes de globalización. Y si bien en términos generales se pueden calificar como positivos para la economía mundial, las transiciones a menudo han sido muy aterradoras e incluso han dejado a algunas personas excluidas a largo plazo. Desde las recientes oleadas de desindustrialización, las economías occidentales han visto una reducción de las clases medias. Ahora, la cuarta revolución industrial —o 4IR— está permitiendo la globalización 4.0, y aunque sus efectos positivos probablemente sean tan contundentes como las versiones anteriores, o más, debemos asegurarnos de que esta revolución genere el crecimiento más inclusivo posible para todos. Está en cada uno de nosotros, como ciudadanos globales y partes interesadas individuales, ayudar a crear ese camino, uno que ofrezca el futuro del trabajo que las personas necesitan, así como la capacitación y el apoyo para que prosperen.
Stephane Kasriel directora ejecutiva, Upwork
Fuente: weforum.org