La persona al cargo de los departamentos de TI e infraestructuras está viviendo cambios en su trabajo que se traducen en un incremento de la presión. En el actual contexto de auge de las nuevas tecnologías, los procesos de transformación digital se van imponiendo como necesidad para las organizaciones y esta responsabilidad recae, principalmente, en la figura del CIO.
Una de las claves de este cargo es entender en profundidad la naturaleza de la propia digitalización, explican desde la firma de análisis McKinsey. Cuando no se tienen estas líneas claras, se puede incurrir en procesos defectuosos, en los que la transformación se articule en la forma de iniciativas individuales, sin vínculos o estrategias coordinadas entre ellas, de modo que no se consigan los resultados esperados.
Por eso, se hace necesario articular la transformación digital como un proceso holístico, en el que desde McKinsey establecen tres vectores esenciales para el trabajo del CIO: reimaginar el rol de la tecnología en la organización, reinventar la forma de entregarla y establecer unas bases resistentes.
En relación a la reimaginación del papel de las herramientas digitales, se llama a diseñar una estrategia de tecnología avanzada integrada, en la que esta sea esencial para el negocio, mano a mano con la innovación. El objetivo es integrar la gestión a través de los distintos silos que pueda haber para, al poner estas herramientas en el centro, mejorar las experiencias de usuario que se ofrecen.
La reinvención de la entrega de la TI implica una mayor agilidad en el funcionamiento y gestión. Aquí entraría la mejora de los servicios digitales con capacidades como la automatización de extremo a extremo o la adopción de los modelos como servicio y de la nube. También se llama a la formación de pequeños equipos alrededor de profesionales destacados para optimizar las formas de trabajo o al desarrollo de asociaciones tecnológicas flexibles.
Por último, hay que asegurar los cimientos de todo el proceso garantizando su resistencia en el futuro. Esto se traduce en que la organización, con su líder de TI a la cabeza, debe mantenerse al día respecto a los avances tecnológicos. Para ello, McKinsey llama a implementar una arquitectura flexible con base de plataformas modulares, además de habilitar la ubicuidad de los datos y proteger los sistemas a través de la ciberseguridad avanzada.
Fuente: ciospain.es